Clases
sociales en el feudalismo en la Alta Edad Media y en el capitalismo en la Baja
Edad Media. –
La
nobleza: dividida en Alta y Baja. La Alta está formada por señores
propietarios de feudos mayores del reino y tiene casi un poder similar al rey.
La Baja nobleza son los súbditos de la nobleza alta (barones) que se diferencia
exclusivamente por sus riquezas con respecto a los anteriores.
Los
villanos: eran hombres libres que trabajan en las posesiones de la nobleza
y pueden desplazarse por el feudo de un noble u otro. A cambio de la
utilización de las tierras feudales, los villanos debían retribuir a la nobleza
con trabajo directo y el pago de los derechos feudales por el uso de molinos,
entre otros.
Los
siervos: trabajan las tierras de los señores feudales pero no son hombres
libres trabajaban exclusivamente para un feudo y si este era vendido ellos eran
vendidos con el feudo. Desempeñaban el rol de los esclavos.
El
clero: estuvo dedicado únicamente a los asuntos religiosos sin embargo
dicha institución se feudalizó al serle otorgados propiedades y tierras tomando
un estatus equivalente a la Baja nobleza. Crearon una nueva institución social
promovida por la iglesia; los caballeros producto de las cruzadas al igual que
el sistema feudal el clero mantiene la misma jerarquización social, pero con el
matiz religioso.
La
burguesía: La vida urbana renace en Europa a raíz de las cruzadas: las
viejas urbes del Imperio Romano son reocupadas y surgen nuevas ciudades
(burgos). Los habitantes (hombres libres, es decir villanos que abandonan los
feudos para establecerse en lo que serán ciudades) se asocian en corporaciones
y guildes (gremios de comerciantes), inicialmente dependiendo de un soberano
feudal pero a posteriori las ciudades obtienen su carta de independencia
(fueros) mediante la compra de las tierras que terminan ocupando, promovida por
la burguesía gracias a la recompensa de los señores por la ayuda prestada en la
defensa del señorío. La burguesía como clase predominante de las urbes, lo
integraban comerciantes que se dedicaron a esta actividad aprovechando el nuevo
panorama: la relación de unos centros poblados con otros y el resurgimiento del
comercio entre Europa y Medio Oriente. La independencia de muchas ciudades y el
restablecimiento de una unidad centralizada llevan de esta manera empezar a
tomar cuerpo el capitalismo. Así mismo surgen agrupaciones en forma de
corporaciones que son una imitación de congregaciones monacales. Formando
gremios (ej.: de artesanos) y los comerciantes. Los mismos maestros y
estudiantes seguirán un camino de educación del oficio que los llevará a la
formación de universidades con el tiempo.
La expansión del
cristianismo entre los bárbaros, el asentamiento del episcopado en las ciudades
constituyó a una poderosa fuerza fusionadora de culturas y ayudó a asegurar que
rasgos de la civilización clásica pervivieran e incluso se expandieran por la
mitad occidental del imperio.
Los francos se convirtieron
al catolicismo hacia finales del siglo V. Los suevos se hicieron cristianos a
finales del siguiente siglo. El cristianismo fue llevado a Irlanda por San
Patricio a principios del siglo V y allí se extendió por Escocia, habitada por
los paganos pictos y escotos. Los britones cruzaron por mar a la costa de Galicia
y Asturias y fundaron la diócesis de Britonia. El cristianismo en Irlanda
evolucionó de una manera distinta al cristianismo continental, tomando el
nombre de “cristianismo irlandés”. Los irlandeses fundaron monasterios en
Francia, en Suiza e incluso en Italia. Las invasiones bárbaras del siglo III,
demostraron la permeabilidad del limes romano de los ríos Rin y Danubio. Los
germanos que los cruzaron se asentaron únicamente en el imperio occidental, ya
que el oriental aún era fuerte.
Los visigodos fueron los
primeros en institucionalizarse y formar reinos (Tolosa y Toledo). Tras esto,
desde el Imperio se les encargó la pacificación de la Galia e Hispania, en
manos de suevos, vándalos y alanos. De estos tres, los suevos lograron instalar
el reino de Braga, mientras que los vándalos se asentaron en el norte de
África, siendo desplazados tiempo después por los Bizantinos (Justiniano I y
los generales Belisario y Narsés, entre el 533 a 554).
El segundo grupo de
invasores (siglo IV), encabezado por los francos, irrumpió en las Galias,
desplazando a los visigodos, de su capital Tolosa (Tolouse) a Toledo. También
absorbieron a burgundios y alamanes tras derrotarlos.
En el siglo VIII los mismos
francos derrotan a los lombardos del norte de Italia, y prepararán el camino
para la llegada del imperio de Carlomagno. En Gran Bretaña, los anglos, los
sajones y los jutos lucharán entre sí formando reinos rivales hasta ser
unificados por los daneses, en lo que formaría más adelante el reino de
Inglaterra.
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