Estructura del dominio feudal:
los “mansus”
El gran dominios estaba formado por 2 elementos esenciales .
El mansus indominicatus, (que es cultivado directamente por el señor) y el mansí (que es una porción más grande de tierra formada por fundos o parcelas campesinas. El centro de la hacienda lo constituía la residencia del seños (Curtis, Artium) o la abadía con sus dependencias por ejemplo; graneros, establos, bodegas, almacenes, talleres, molino, el horno y la iglesia. Esa zona estaba rodeada de una muralla de mampostería y dentro de ella se encontraban las viviendas de los siervos.
El mansus indominicatus, además de tierras de cereal y viñedo, incluía una gran extensión de bosque y praderas o pastos para el uso de la comunidad del dominio. Cada una de las tendencias eran a su vez el centro de explotación de otras muchas pequeñas parcelas y en ellas radicaban las chozas o casas de los campesinos. Los colonos pagaban anualmente una cantidad de plata, lo que prueba que una parte se vendía en el mercado y los productos domésticos o especies (textiles) eran confeccionados por ellos. Además se obligaban a cultivar 2 o 3 jornadas en la semana.
La administración del señorío
La
administración del señorío corría a
cargo de un intendente o mayordomo, que residía en la villa señorial. Este
inspeccionaba los trabajos de siervos y jornaleros, ordenaba las faenas
agrícolas, determinaba las prestaciones de los colonos de los mansus, percibía
las rentas y vendía.
El
trabajo de la tierra señorial era subministrado por los arrendatarios de las
tendencias, aunque no faltaron esclavos y jornaleros. Las tendencias estaban
divididas en pequeños lotes “mansí”, que eran adjudicadas a campesinos libres o
siervos.
Siervos:
Los siervos
tantos los personales que vivían en la mansión del señor como los que
cultivaban estaban ligados al propietario en sus personas y familia, pero por la iglesia las
prestaciones fueron soportables; podían a través del fruto de su trabajo
rendirse y convertirse en pequeños propietarios libres.
Los colonos:
Teóricamente
eran libres, permanecían ligados hereditariamente al dominio del señor; no
podían abandonar el solar donde vivían, ni el fundo o manso que cultivaban como
propio, de hacerlo perdían en provecho en del señor parte de su patrimonio
mueble. Los colonos se suceden de padres a hijos en el cultivo de las mismas
parcelas; lo mismo ocurre en las parcelas cultivadas por los siervos.
El propietario
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